915 477 937 p.sadelaf@gmail.com
Jueves 22 (I semana de Cuaresma)

En esta primera semana de Cuaresma, estamos poniendo los cimientos sobre los que podemos construir una comprensión más personal de quién es Jesús y de lo que se desarrollará durante este viaje a Jerusalén. Esta semana hemos llegado a apreciar a Jesús y su amor por nosotros, un amor que busca restaurarnos, inflar nuestras ruedas pinchadas. Perdimos el aire de nuestros neumáticos cuando el matrimonio perfecto entre Dios y la humanidad se fracturó en la Caída. Esto significa que, para entender a Jesús y su viaje a Jerusalén, debemos entender también cómo viene a arreglar este gran divorcio. Mientras muchos judíos esperaban un rey mesiánico (2 Samuel 7,12), el núcleo remanente de Israel esperaba al Esposo-Mesías que casaría a la humanidad con Dios. Tanto en Isaías 54 como en 62 leemos el deseo de Dios de unirse a su pueblo en amor permanente. La Biblia está llena de referencias al matrimonio. Comienza con las bodas de Adán y Eva (Génesis 2:24) y termina con las bodas del Cordero y su Esposa (Apocalipsis 21:2). Cierra la Biblia y encuentra exactamente en el centro de las Escrituras el Cantar de los Cantares, el poema de amor entre la Esposa y el Esposo. En su Carta a las Familias de 1994, San Juan Pablo II escribió que «al describirse a sí mismo como Esposo, Jesús revela la esencia de Dios y confirma su inmenso amor por la humanidad». Al hacerlo, «indicó la realización en su propia persona de la imagen de Dios Esposo, que ya había sido utilizada en el Antiguo Testamento, para revelar plenamente el misterio de Dios como misterio de amor «. Durante este viaje a Jerusalén, Jesús os invita a entrar en su corazón. Es un corazón que arde de amor. No es abstracto, ni general, ni estéril. Como el amor de un marido por su mujer, de un novio por su novia, el suyo es un amor personal. Jesús te ama de esta manera tan particular. No te ve como ve a todos los demás; te ve a ti. Te ve como tú eres. Ve tus necesidades y cómo te resistes a su amor. Te ama con gran pasión y sin límites. El amor apasionado e ilimitado de Jesús es lo que le impulsa a la Cruz. Alguien me dijo una vez que todos necesitamos amor, y todos necesitamos más del que merecemos. La buena noticia para ti es que, independientemente de dónde te encuentres en tu relación con Jesús, él te está persiguiendo. Jesús te persigue con un amor muy personal y apasionado. No tienes que ganártelo. Todo lo que tienes que hacer es recibirlo. Deja que él te encuentre. Ábrete a todo lo que Él desea darte en este tiempo de Cuaresma. Pide lo que necesites. Confía en su deseo para ti.

Para tu oración Quédate aquí diez minutos más. Hoy reza con Isaías 54:4-8. ¿Qué palabras te han llamado la atención mientras rezabas? ¿Qué has sentido que se agitaba en tu corazón?

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *