Martes 19
Entonces le preguntaron: «¿Qué eres, pues? ¿Eres Elías?» Y él respondió: «No lo soy». «¿Eres tú el Profeta?» Respondió: «No». Entonces le dijeron: «¿Quién eres tú para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué tienes que decir en tu favor?».
Juan 1:21-22a
Juan el Bautista era tan popular que los líderes religiosos enviaron emisarios al desierto para averiguar si era el Mesías. Juan el Bautista dice que él no es el Mesías. Estos no pueden regresar a Jerusalén sin obtener respuesta. Así que le preguntan a Juan: «¿Eres Elías?». Junto con el Mesías, el pueblo judío creía que Elías, un profeta del Antiguo Testamento, podría regresar antes del fin de los tiempos y del fin del mundo. Juan el Bautista responde que él no es Elías.
Entonces le preguntan: «¿Eres tú el Profeta?». Las Escrituras judías también predijeron un profeta que sería una figura mesiánica que se parecería a Moisés: el Profeta enseñaría y revelaría la ley de Dios y liberaría al pueblo de Dios de su opresión. Juan dice que él no es el Profeta.
Conocer nuestra identidad significa reconocer quiénes no somos. Juan sabía que no era el Mesías, ni Elías, ni el Profeta. Rechazó esos títulos. Para conocer la identidad de Dios para nosotros, necesitamos rechazar constantemente cualquier título o nombre que nos disminuya – perdedor, fracasado, feo, indisciplinado. Son las mentiras del enemigo y no podemos permitir que entren en nuestro corazón.
Ora pidiendo la gracia de rechazar cualquier nombre o maldición sobre tu vida que te impida abrazar tu identidad en Cristo.
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