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Sábado 24 (I semana de Cuaresma)

Hoy, al concluir esta primera semana de Cuaresma, me gustaría guiarles en una meditación guiada. Pidamos al Espíritu Santo que nos inspire mientras oramos. Que el Espíritu Santo despierte nuestros sentidos espirituales para que podamos entrar en escena y ver lo que los del Evangelio vieron, oír lo que oyeron y sentir lo que sintieron. Imagina que estás con Jesús y una pequeña multitud de personas sentadas fuera de una pequeña sinagoga en una pequeña ciudad de Israel. Tómate unos instantes para imaginarte el entorno: la tierra árida, los edificios de piedra y las sencillas estructuras de la pobre ciudad. Puedes verlo todo en tu imaginación, especialmente a Jesús. Su presencia irradia paz. Está tranquilo y sereno. Imagínate que estás sentado con Jesús mientras se desarrolla la escena de Lucas 10. Estás con Jesús cuando un hombre, que se encontraba en el pueblo, le dice: «No, no, no». Estás con Jesús cuando un hombre, un abogado, se levanta. Con una mirada de confrontación, se acerca a Jesús, tratando de demostrar algo. Se detiene delante de Jesús. Todos los ojos están puestos en él, anticipando lo que está a punto de suceder. Le dice a Jesús: «Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?» Jesús también se levanta. Con gran amor, Jesús mira al hombre directamente a los ojos y le dice: «¿Qué está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?». Rápidamente, el abogado responde a Jesús: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.» Mira cómo responde Jesús: «Has respondido bien; haz esto y vivirás» La gente se queda un rato. Pero ahora imagina un momento en el que todos los demás han abandonado la zona, y sólo quedáis vosotros dos, tú y Jesús. Jesús te mira a los ojos y te dice: «¿Sabes cuánto te quiero?». Te quedas callado, no esperabas una pregunta así. ¿Qué hay en tu corazón cuando te hace esta pregunta? No hay más respuesta correcta que la tuya. Imagina que Jesús te dice: «Te amo con todo mi corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas y con toda mi mente. Como he pedido a los demás que amen así, así es como yo amo. Amo con todo. No me guardo nada. No te oculto nada. Pausa un momento y piensa quién te está hablando. Piensa en las palabras que te está diciendo. Jesús te ama con todo su corazón. ¿Cuán grande es su corazón? ¿Cuánto es el «todo» con el que Jesús es capaz de amarte? ¿Qué fuerza tiene Dios? Cuando te ama con todas sus fuerzas, ¿cuán fuerte es ese amor? Quédate en el momento y deja que las palabras de Jesús inunden tu corazón. Jesús te ama tanto. Permítete recibir estas palabras.

Para tu oración Quédate aquí diez minutos más. Hoy cierra los ojos e imagina la escena anterior. ¿Qué palabras te han llamado la atención mientras rezabas? ¿Qué has sentido que se agitaba en tu corazón?

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