Hemos visto que Jesús es amor y que todo este viaje a Jerusalén es un acto de amor. Tú y yo estamos hechos para el amor: cuando miramos el relato de la Creación en Génesis 1, vemos que nuestros corazones están hechos para estar llenos del amor permanente de Dios. Desgraciadamente, a causa de la Caída y de las consecuencias del Pecado Original, nuestra experiencia de la vida se siente plana. Toda la humanidad necesita ser restaurada, y el único que puede reconciliarnos con Dios es Dios mismo. Así es como debemos entender la Persona de Jesús y la razón por la que estamos en este viaje a Jerusalén. Jesús como el Novio-Mesías ha venido a casar a la humanidad de nuevo con Dios. Jesús ha venido para devolvernos a todos a una comunión íntima con la Trinidad. Esto es lo que es el amor y esto es lo que hace el amor. El domingo vimos el relato de la conversación de Jesús con el abogado que quiere heredar la vida eterna. Cuando se le pregunta, el abogado responde a Jesús citando el corazón de la Ley de Moisés: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». A esto, Jesús responde: «Has respondido bien; haz esto y vivirás» (Lucas 10, 25-28). Haz esto. Eso es lo que le dice Jesús: «Haz esto». Una vez más, el amor es algo que hacemos. ¿Cómo podemos entender mejor cómo ama Jesús mismo? Si entendemos a Jesús como el Esposo-Mesías, entonces el Rito del Matrimonio nos da algo que considerar. Antes del intercambio de votos, por ejemplo, se pregunta a las parejas: «¿Habéis venido aquí para contraer Matrimonio sin coacción, libremente y de todo corazón? » Jesús respondería: «Sí». Y en Juan 10:17-18, dice: «Yo doy mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo la doy por mi propia voluntad. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar». No hay coacción. Jesús es libre. En el intercambio de votos, los esposos dicen: «Prometo serte fiel en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, amarte y honrarte todos los días de mi vida». Esto también es aplicable a Jesús. Jesús siempre nos es fiel. A pesar de las dificultades que podamos tener en nuestra relación con él, Jesús siempre es fiel. Él está ahí «en las buenas y en las malas». Está con nosotros «en la salud y en la enfermedad». Tanto en nuestra enfermedad física como en la espiritual, Jesús está ahí. En todo momento, en cada instante de la vida, Jesús está siempre amándonos.
Para tu oración Quédate aquí diez minutos más. Hoy ora con Isaías 62:1-5. ¿Qué palabras te llamaron la atención mientras orabas?
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